ISLA DE LOS MUSEOS, Museo De Pérgamo

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español Idioma: español


El Museo de Pérgamo es, sin lugar a dudas, el museo más famoso de los que componen la isla, y también el más visitado de Alemania, con cifras que superan el millón de turistas al año.

 

Fue un encargo de Wilhelm von Bode, el entonces director del Museo Bode, para custodiar los grandes hallazgos arquitectónicos que, a principios del siglo XX, llegaron al país gracias a las numerosas excavaciones que los alemanes llevaron a cabo en Oriente Medio y Egipto. De su construcción se ocupó Alfred von Messel, uno de los arquitectos alemanes más conocidos de la época, que parece haberse inspirado precisamente en el Altar de Pérgamo que el museo debía custodiar y del que toma su nombre.

 

El Museo de Pérgamo se inauguró en 1930 y expone algunas obras verdaderamente mastodónticas. Además del Altar de Pérgamo, que tiene más de 14 metros de alto y más de 15 de largo, puedes ver la Puerta de Ishtar, de 14 metros de alto y 30 de ancho, la Fachada de Mushatta, que pertenecía al palacio de un sultán de Jordania, con casi 8 metros de alto, y la más grande de todas, la Puerta del Mercado de Mileto, con 16 metros de alto y 30 de ancho.

 

El museo se divide en tres importantes colecciones: la primera contiene antigüedades clásicas que van desde la Edad Antigua hasta las épocas helenística y romana. De esta primera colección forma parte el Altar de Pérgamo.

La segunda alberga el arte islámico. Además de la Fachada de Mushatta, te recomiendo el fascinante Salón de Alepo, una sala de recepción privada de la época del imperio Otomano, realizada con taraceas de madera.

La tercera está dedicada al arte de Oriente Medio, y aquí podrás ver la Puerta de Ishtar, uno de los accesos a la mítica ciudad de Babilonia. Es verdaderamente emocionante traspasar el umbral y ponerse en la piel de los viajeros o los habitantes que la cruzaban hace más de dos mil años.

 

Curiosidad: durante la Segunda Guerra Mundial, las piezas del museo se escondieron en grutas y sótanos para protegerlas de los bombardeos. Sin embargo, cuando la guerra terminó, las tropas soviéticas encontraron muchas de ellas y se las llevaron a Rusia. Algunas se devolvieron a la República Democrática Alemana en 1958, pero la mayor parte se encuentran expuestas en el Museo Pushkin de Moscú y en el Hermitage de San Petersburgo. Los gobiernos de Alemania y Rusia aún no han llegado a un acuerdo al respecto.

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