BELVEDERE, Belvedere Superior Introducción
La parte superior del jardín está dominada por el Belvedere Superior, el espectacular edificio barroco construido para las recepciones del príncipe Eugenio de Saboya, quien, a su muerte, lo legó a los Habsburgo, que lo utilizaron como sede oficial y como museo. A lo largo del tiempo se han sucedido diversas colecciones, entre ellas la pinacoteca imperial y la colección de antigüedades egipcias, hasta la selección actual, que celebra el arte austriaco hasta principios del siglo XX.
Construido en 1721/1722, el Belvedere Superior representa un profundo punto de inflexión en la arquitectura del siglo XVIII. Abandonando definitivamente el modelo barroco clásico, Lukas von Hildebrandt organiza un sistema de edificios de formas imprevisibles, casi una secuencia de pabellones de diferentes alturas y profundidades, unidos entre sí. El diseño de las ventanas, la presencia de líneas curvas en los frontones y en las cúpulas de las esquinas, la variedad de los adornos y el toque de color proporcionado por los tejados verdes cubiertos de placas de cobre hacen de este palacio el ejemplo más destacado del rococó austriaco.
Si has entrado por el Belvedere Inferior, acércate a admirar la magnificencia de la fachada posterior, utilizada originalmente para acceder al palacio. Da a un jardín y se refleja en las aguas de una gran fuente. Observa, flanqueando la entrada, las impresionantes esculturas de enérgicos caballos que acompañaban el impresionante atrio.
Ahora, pon el audio en pausa y dirígete a la entrada del museo.
La planta baja alberga salas con estucos blancos y alegres frescos. Observa el techo sostenido por las gigantescas estatuas de cuatro Atlantes mitológicos.
Un espectacular tramo doble de escaleras, iluminado por faroles sostenidos por grupos de putti, conduce a la planta principal. En una posición destacada, una sala de mármol ocupa el centro del palacio y ofrece una vista panorámica de la ciudad. El techo fue pintado al fresco por el pintor italiano Carlo Innocenzo Carlone.
Una sala en el extremo del edificio alberga la capilla: en el altar mayor hay un gran cuadro de la Resurrección de Francesco Solimena, el pintor napolitano más importante del siglo XVIII.
Antes de comenzar tu visita, si eres un aficionado al arte, solicita la audioguía, que podría tener un coste adicional.
Curiosidad: en el museo podrás ver las obras de Franz Xavier Messerchmidt, el escultor más extravagante de la Europa del siglo XVIII, expuestas de manera muy llamativa. Se retrató varias veces en bronce y mármol con extrañas muecas y expresiones insólitas.