HOFBURG, Josefsplatz E Iglesia De Los Agustinos

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Josefsplatz, la plaza dedicada al emperador José, es una de las más bonitas de Viena, por la sofisticada elegancia de todos los edificios que la rodean, caracterizados por la noble arquitectura del siglo XVIII. Los imponentes volúmenes del Hofburg contrastan aquí con algunos palacios históricos de la aristocracia, formando un cuadro arquitectónicamente armonioso.

El edificio más importante es la Biblioteca Nacional, que alberga varios tesoros de libros manuscritos e impresos, expuestos en rotación en las vitrinas del Salón de Honor, una de las salas más emocionantes de la ciudad. Diseñado por los arquitectos Fischer von Erlach, padre e hijo, es una espectacular obra maestra del barroco vienés. Con casi 80 metros de largo, alberga unos 200 000 volúmenes en sus estanterías, mientras que en el techo se extiende el espectacular fresco de Daniel Gran que representa la gloria del emperador Carlos VI, quien encargó la biblioteca.

En el lado izquierdo de la Josefsplatz se encuentra la antigua Iglesia de los Agustinos, construida en el siglo XIV e incorporada al Hofburg, de modo que se convirtió en la iglesia favorita para bodas y ceremonias imperiales. En su interior, en la capilla de San Loreto, hay una cripta donde se conservan las urnas con los corazones de 54 miembros de la familia de los Habsburgo, la llamada Cripta de los Corazones. Los cuerpos, sin embargo, están enterrados en la Cripta Imperial bajo la Iglesia de los Capuchinos.

 

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Es la tumba más famosa de la iglesia, una obra maestra de Antonio Canova, encargada en agosto de 1798 por el príncipe Alberto de Sajonia para conmemorar a su esposa María Cristina. El príncipe Alberto deseaba conmemorar las actividades caritativas y asistenciales de su difunta esposa, por lo que pidió a Canova que creara varias escenas: la Beneficencia conduciendo a una niña y a un anciano ciego a la tumba; la Virtud portando el recipiente con las cenizas de la difunta; la Felicidad sosteniendo un medallón-retrato, rodeado de una serpiente que se muerde la cola, símbolo de la eternidad. Canova tardó casi siete años en realizar la obra.

 

Curiosidad: la Biblioteca Nacional conserva una reliquia muy preciada: la Tabula Peutingeriana. Se trata de un manuscrito del siglo XIII que reproduce fielmente un mapa de la red de carreteras del Imperio romano, un documento único e indispensable para conocer la geografía antigua.

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