TEMPLO YONGHE, Visita Primera Parte
Nada más pasar el primer patio, te encuentras ante una amplia calle recta que se utilizaba para los carruajes de los emperadores y sus esposas. Si la recorres llegarás a la Puerta de la Declaración de la Paz que, al atravesar los tres grandes arcos, conduce al segundo patio. Desde la calle verás dos construcciones altas, un edificio en forma de pagoda de tres pisos llamado Torre del Tambor y un campanario. Hay que tener en cuenta que, en la antigua China, la hora no se marcaba solo con las campanas, sino también con tambores.
En el interior del patio también encontrarás dos pequeños pabellones circulares en los que verás mesas sobre las que se han grabado las palabras del emperador Qianlong, que explican por qué este lugar se transformó en un templo.
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La Puerta de Yonghe, que conduce al tercer patio, era originalmente la entrada principal del templo. También se le llama Sala de los Reyes Celestiales debido a la presencia, a ambos lados de las paredes internas, de estatuas que representan a los cuatro poderosos Reyes Celestiales. Uno sostiene en la mano una serpiente y tesoros; otro, un paraguas y un ratón plateado; el tercero, una espada y el último, un instrumento musical de la antigua China.
Al salir, observa un antiguo brasero de cobre, ennegrecido por el tiempo, adornado con un asiento de mármol. Tiene seis puertas en la parte superior decoradas con dos dragones que juegan a la pelota, mientras que el asiento está grabado con tres leones que también juegan con una pelota. Construido en 1747, se considera uno de los tres objetos más valiosos de Pekín.
El pabellón que encontrarás frente a ti, abierto por los cuatro lados, contiene inscripciones, encargadas por el emperador Qianlong, sobre la importancia del budismo.
El edificio principal del monasterio es el Pabellón de la Paz y la Armonía, también llamado Templo de los Lamas. En el interior hay tres Budas de bronce y 18 estatuas de discípulos de Buda a ambos lados de la sala. Te llamará especialmente la atención la imagen de Avalokiteśvara, una deidad budista con miles de manos y ojos que se ve a lo largo de una pared.
Curiosidad: en Pekín se construyeron varias torres con campanas y tambores desde el siglo XIII hasta la caída del imperio. Inicialmente, se utilizaban para interpretar música, pero también se han utilizado para dar la hora.