PRADO, Las Meninas - D. Velázquez

Audio Guide length: 2.52
español Idioma: español
Autor: STEFANO ZUFFI E DAVIDE TORTORELLA


Has llegado al héroe de tu visita, al gran Diego Velázquez, el mayor pintor del siglo XVII y quizás de todo el arte español. En el museo, sus lienzos ocupan el centro de la primera planta, dispuestos en orden cronológico. Los cuadros te cuentan su biografía: los inicios en Sevilla, la pasión por el realismo de Caravaggio, el traslado a Madrid, el primer viaje a Italia con la admiración sin límites por Tiziano, los trabajos para el rey Felipe IV y su familia, el segundo viaje a Roma y las obras de madurez para la corte de Madrid.

Entre todas destaca Las Meninas, la joya más preciada del Prado. Esta obra maestra se remonta a la etapa final de la carrera de Velázquez, de vuelta en Madrid como pintor de la corte después de su segundo viaje a Italia.

La escena está ambientada en un ala del Palacio Real, que el rey Felipe IV había concedido al pintor como taller. Representa a las damas de honor junto a la infanta Margarita, en una sala del Palacio Real de la que Velázquez reproduce su decoración. La pequeña, de cinco años de edad, vestida como una muñequita, es evidentemente el centro y motor de la escena.

La composición es aparentemente simple: un retrato de la corte. Pero ¿lo es realmente? Mira bien: ¿ves los rostros del rey y la reina reflejados en un espejo en el fondo de la sala? Te dan a entender que Velázquez nos ha engañado con un refinado juego, dando la vuelta a los espacios y situaciones. El rey y la reina son, al mismo tiempo, espectadores y protagonistas de la escena: la imagen reflejada en el espejo presupone su presencia "a este lado" de la pintura, junto a ti. Y aún más complejidad propone el autorretrato del pintor, a la izquierda, que se muestra inclinándose detrás de un gran lienzo, mientras está pintando... ¡precisamente el mismo cuadro que estamos viendo juntos!

Se ha identificado a todos los personajes de este gran lienzo. La enana de la derecha se llamaba Mari Bárbola (y nos trae a la memoria los retratos de los bufones de la corte realizados magistralmente por Velázquez), mientras que el niño de nombre Nicolás Pertusato rompe el equilibrio de la etiqueta real al dar una patada al indiferente perro, un espléndido ejemplar de mastín español, agachado en primer plano.

 

CURIOSIDAD: en el pecho de Velázquez está pintada la cruz de la Orden de Santiago, que en realidad le fue concedida tres años después de terminar el lienzo. Según la tradición, fue el propio rey el que pintó la cruz en el cuadro, sobre el pecho del pintor.

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