NOTRE DAME, Historia
Concéntrate ahora en la catedral. Mientras contemplas las gárgolas, esos seres fantásticos y monstruosos que decoran la fachada oeste, te contaré la fascinante historia de Notre-Dame.
Todo comenzó en plena Edad Media, cuando el obispo de París, Maurice de Sully, se dio cuenta de que la antigua basílica de Saint-Etienne estaba cada vez más ruinosa y decidió sustituirla por una iglesia nueva. Pero del dicho al hecho hay un gran trecho: ¡tardaron casi dos siglos en construirla! En 1163, el Papa Alejandro III puso la primera piedra, en el transcurso de veinte años se completaron el ábside y el coro. Durante la primera mitad del s.XIII se dio por finalizada la espléndida fachada que estás contemplando ahora mismo. Alrededor del año 1250 se terminaron las torres occidentales y el rosetón del lado norte, pero se podría decir que la totalidad de las obras no finalizaron hasta el año 1345.
Sin embargo, durante los siglos posteriores, la iglesia se vio expuesta a numerosas vicisitudes relacionadas con importantes episodios de la historia de Francia. A mediados del siglo XVI sufrió graves daños a manos de los hugonotes, un grupo de protestantes franceses que rechazaba el culto a la Virgen y a las Santos y, por tal motivo, destruyeron muchas imágenes religiosas. Pero el momento más difícil para la iglesia se produjo durante los años de la Revolución, cuando fue gravemente arrasada y saqueada. Los insurgentes la convirtieron en un templo dedicado a la Razón, fundieron sus tesoros y destruyeron las 28 estatuas de los Reyes de Judea de la fachada oeste, creyendo que se trataba de imágenes de los soberanos franceses. Para que puedas hacerte una idea del ruinoso estado en el que se encontraba la catedral, cuando Napoléon I la eligió como el lugar donde celebrar su coronación, tuvo que colgar enormes tapices en las paredes para ocultar los signos de la devastación que había sufrido.
Afortunadamente, a mediados del s.XIX, la catedral y la Sainte-Chapelle fueron objeto de una importante campaña de restauración dirigida por el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc, quien se tomó la libertad de incluir algunas adiciones: se construyó un campanario y se cambiaron las esculturas de la fachada. Entre éstas se insertaron precisamente las gárgolas, esas figuras grotescas que estás observando y que, a la vez, te están observando desde lo alto de las torres.
CURIOSIDAD: En el lugar en el que actualmente se encuentra la estrella de bronce que indica el "punto cero de las calles de Francia", se hallaba antiguamente la "balanza de la justicia". Aquí era donde los reos se arrodillaban ante Dios (la catedral) y ante el tribunal que se reunía en la plaza, para enmendar sus pecados y oír su condena.