MUSEO ARQUEOLÓGICO, Jinete De Artemisio Sala 21
Este emocionante Jinete de Artemisio de bronce es prácticamente único. Se encontraron sus pedazos, en momentos distintos entre 1928 y 1937, en el mar frente a cabo Artemisio, y luego se volvió a recomponer.
Es obra de un escultor anónimo y se puede fechar alrededor del 140 a. C. Es muy diferente de los jinetes que tal vez ya hayas visto en el friso del Partenón, y representa muy bien la libertad de expresión del último gran periodo del arte griego, llamado Helenismo, arte que nació en las suntuosas cortes de grandes monarcas herederos del imperio de Alejandro Magno.
El jinete es un niño de unos 12 años que cabalga sin silla, con espuelas en los pies descalzos, representado en el momento en el que levanta el brazo izquierdo para trotar a rienda suelta, mientras que con la derecha le da con la fusta al caballo a la vez que se gira para controlar al oponente en el revuelo de los últimos metros del esprint final. El caballo tiene la nariz dilatada, los ojos abiertos de par en par, las orejas dobladas hacia atrás, los músculos en tensión por los fustazos, e incluso parece volar en el último salto desesperado hacia la línea de meta. Todo expresa movimiento. La armonía y la calma solemne que viste en las obras anteriores, aquí parecen escapar ante nuestros ojos.
Tal vez uno de los significados de esta formidable obra maestra se vea en la relación entre el hombre, en este caso representado por un niño, y el inmenso poder de la naturaleza. ¿No te emociona ver a este minúsculo ser humano, increíblemente pequeño, tratando de gobernar el loco vuelo de la bestia?
En la edad de oro de la cultura griega, cuando se construyó y decoró el Partenón, se pensaba que el hombre dominaba la naturaleza. En la época de esta escultura, Grecia estaba bajo el dominio extranjero. El jinete, en lugar de dominar la naturaleza con su propia seguridad, es como si estuviera siendo arrastrado hacia un destino desconocido, arrastrado por fuerzas más grandes que él mismo y esforzándose con todo su empeño para tratar de dirigir el rumbo.
Curiosidad: las competiciones olímpicas fueron muy famosas, tanto que incluso el emperador romano Nerón participó, ganando siempre. Parece ser que una vez logró llegar primero a pesar de haberse caído de la cuadriga. Todos los adversarios se pararon a esperar a que volviera a subirse; ¿quién se atrevía a contrariar al hombre más poderoso del mundo?