BARGELLO, Miguel Ángel

Audio Guide length: 3.04
español Idioma: español
Autor: STEFANO ZUFFI E DAVIDE TORTORELLA


Si quieres seguir un recorrido cronológico, tu visita al Museo del Bargello debería comenzar desde la primera planta, pero te sugiero que entres primero en el gran salón de la planta baja, dedicado a la escultura monumental del siglo XVI, y que se centra principalmente en los mármoles de Miguel Ángel, desde la primera juventud a la plena madurez.

Domina la escena el emocionante Baco, su primera escultura monumental, realizada con poco más de veinte años. Inspirada en la elegancia y la superficie perfectamente pulida de la escultura clásica, esta obra te permite ver con qué desenvoltura supo acercarse el joven Miguel Ángel a los modelos grecorromanos: el dios del vino, en equilibrio precario, obviamente borracho, con los ojos perdidos, sostiene una copa que parece a punto de caérsele de la mano. En la parte de atrás puedes ver a un sátiro burlón que muerde un racimo de uvas. Buonarroti esculpió esta estatua durante su primera estancia en Roma, para exponerla en el patio del Palacio de la Cancillería, en confrontación directa con algunas esculturas antiguas. La obra le dio fama inmediata en la ciudad eterna, tanto es así que poco después el Vaticano le encargó su primera gran obra maestra, la Piedad.

Dedica ahora tu atención al rugoso Tondo Pitti, versión en mármol de las deslumbrantes pinturas redondas que a menudo se encargaban a los artistas florentinos durante el Renacimiento. Ambigua y escurridiza, aunque íntimamente poética, te parecerá en cambio la figura del llamado Apollino, que quizás debe interpretarse como una versión edulcorada del David, pero que quedó sin terminar. La cuarta y última obra de Miguel Ángel que puedes admirar en el museo es el enérgico busto de Bruto, héroe de la libertad, esculpido a mediados de siglo, en un momento muy delicado para la ciudad.

Pero esta sala te tiene reservadas también otras excelentes esculturas florentinas, como un refinado Baco de Andrea Sansovino, el grandioso busto de Cosme I, modelado en bronce con virtuosa habilidad por Benvenuto Cellini, y el imitadísimo Mercurio, una obra juvenil del escultor flamenco Juan de Bolonia, apodado Giambologna, en la que el joven dios parece saltar hacia el cielo con agilidad y dinamismo. Te recomiendo también los hermosos grupos escultóricos que decoraban las fuentes de los jardines de las villas de los Medici, cerca de Florencia.

 

CURIOSIDAD: también de Juan de Bolonia, bajo la galería de la primera planta, puedes ver la insólita puesta en escena de un grupo de aves de bronce de tamaño natural. Entre estas te señalo la escultura de un pavo con todas sus plumas, muy realista, que a finales del siglo XVI se consideraba todavía una rareza exótica, pues no llegó a Europa hasta después del descubrimiento de América.

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