PALACIO VECCHIO, Primera Planta
Además de ser un gran monumento histórico y artístico, el Palacio Vecchio sigue siendo la sede del ayuntamiento de Florencia y de numerosas oficinas públicas. Por eso dispone de varios accesos, en todos sus lados, aunque tú entrarás por la fachada principal, entre las réplicas de las estatuas del David de Miguel Ángel y la Judit de Donatello.
El patio cuadrado te sorprenderá por su contraste con la sobriedad de la fachada. En la segunda mitad del siglo XVI, cuando el gran duque Francisco de Medici se casó con Ana de Austria, el patio fue remodelado por el gran arquitecto y pintor Giorgio Vasari, del que quizá hayas oído hablar, ya que escribió las biografías de muchos grandes artistas italianos. En aquella ocasión Vasari revistió las columnas y paredes del patio con inscripciones, frescos, relieves y dorados, transformándolo casi en el escenario de un teatro.
A la izquierda, con acceso independiente, puedes visitar la Cámara de las Armas, antiguo arsenal civil donde se guardaban las armas que se distribuían a los ciudadanos en caso de necesidad. Es la única sala del palacio que ha conservado el aspecto gótico de principios del siglo XIV. Desde ahí llegas al Patio de la Aduana, donde empieza la escalera, diseñada por Vasari, que te lleva a los aposentos monumentales.
Y así llegas al gigantesco Salón de los Quinientos, sede de las reuniones del consejo de la ciudad, luego modificado para albergar las audiencias concedidas por Francisco I. A tal efecto, Giorgio Vasari construyó la tribuna elevada, con varias estatuas del siglo XVI. Mira la espectacularidad del techo, con sus 42 paneles pintados e incrustados en un rico marco dorado. Entre las estatuas de las paredes, debes prestar atención a una obra maestra de Miguel Ángel, el Genio de la victoria, que fue modelado para la tumba del papa Julio II, pero que más tarde fue donado a la República de Florencia. Los frescos que ves en las paredes también son de Vasari y su taller, y representan episodios militares de la historia florentina.
No te pierdas, en una esquina del salón, el pequeño y precioso Estudio de Francisco I, refinado espacio privado, casi un joyero, con estatuillas, paneles de madera, pinturas y frescos realizados en torno a 1570, siempre bajo la dirección de Giorgio Vasari.
CURIOSIDAD: desde hace muchos años se supone que detrás del fresco de nombre Batalla de Marciano della Chiana, de Giorgio Vasari, se esconde, protegido por una cámara, la Batalla de Anghiari, de Leonardo.
Vasari quería así proteger el fresco del maestro. De hecho, si miras de cerca el fresco, en el estandarte de un soldado, puedes leer la inscripción: Cerca Trova (Busca Encuentra). De él habla también Dan Brown en su novela Inferno.