UFFIZI, Leonardo-La Adoración De Los Magos_Sala A35

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español Idioma: español


El cuadro que estás viendo, como puedes intuir, es una obra inacabada. La Adoración de los Magos, obra encargada a Leonardo en 1481 por los monjes de un convento florentino, con el compromiso de terminarla en 30 meses, no llegó a completarse porque el artista abandonó Florencia para trasladarse a Milán.

Además, esta no es su única obra inacabada, ya que Leonardo acostumbraba a buscar siempre nuevas ideas y transformaciones para sus cuadros y los modificaba continuamente. Sin embargo, su carácter incompleto permite comprender la evolución de su obra, casi como si se tratara de un gran boceto.

Tras haber realizado al menos dos dibujos preparatorios, el maestro procedió primero a colocar el soporte, que consistía en un tablón de madera de álamo al que aplicaba una capa de yeso mezclado con cola y fibras vegetales. Después, tras unas cuantas pasadas más, dibujó un boceto a carboncillo y lo repasó con tinta marrón.

No obstante, durante el proceso, nuevas ideas tomaron forma. Por ejemplo, en la parte superior derecha, si te fijas bien, puede distinguirse la silueta de un pequeño elefante, que Leonardo cubrió parcialmente para pintar rocas. Justo debajo hay cuatro cabezas de caballo en distintas posiciones, como si el maestro intentara elegir la que le pareciera más adecuada al contexto.

Además, en el cuadro se puede ver una interpretación revolucionaria del tema de la Adoración de los Magos, como la abolición de detalles tradicionales, como la cabaña donde habitualmente se colocaba el Nacimiento, y la representación de una escena agitada en la que cuesta entender cuántos y cuáles son los Reyes Magos.

Pero cada detalle tiene un significado concreto. El templo en ruinas del fondo, en reconstrucción, simboliza el renacimiento: en las rampas laterales hay dibujados obreros trabajando, y a la derecha, al pie de la escalera, el hombre del fondo con sombrero es probablemente el jefe de obra. Los árboles representados son una palmera, símbolo del martirio de Cristo, y un laurel, símbolo de la inmortalidad a través de la resurrección.

 

Curiosidad: en 2011, el cuadro fue restaurado en los laboratorios del Opificio delle Pietre Dure de Florencia, uno de los institutos más acreditados a nivel internacional para la restauración de obras de arte. Sus orígenes se remontan a 1588, cuando en el antiguo convento de San Niccolò, que sigue siendo la sede principal, se estableció un centro especializado en la producción de obras realizadas con incrustaciones de piedras semipreciosas.

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