UFFIZI, Rafael-Virgen Del Jilguero_Sala A38

Aunque Rafael murió repentinamente con solo 37 años, fue uno de los artistas más importantes de su época, gracias en parte a su capacidad para aprender las técnicas de sus compañeros e incluso mejorarlas.

Un ejemplo de ello es la Virgen del jilguero, pintada cuando solo tenía 22 años, en parte bajo la influencia de Leonardo da Vinci. De hecho, admiraba la idea de este último de disponer las figuras en una composición piramidal, dando a cada personaje el protagonismo adecuado.

El cuadro debe su nombre al pájaro que San Juan, situado a la izquierda, tiende al Niño Jesús. El jilguero, al igual que el petirrojo, simbolizaba en las obras de arte el sacrificio de Jesús, muerto en la cruz. Según una leyenda, los jilgueros, pinzones y petirrojos tienen el pelaje manchado de rojo porque intentaron quitar las espinas de la frente de Cristo durante su martirio y resultaron heridos.

La imagen que tienes delante es aparentemente serena, con una amorosa María en el centro que parece cuidar de los dos niños que tiene a sus pies, Jesús a la derecha, con un pie apoyado en el de su madre, como pidiendo protección, y Juan, vestido con un paño atado con una cuerda, que evoca la túnica que llevará cuando sea conocido como Juan Bautista. María mira a Juan y le pone la mano en la espalda, como para protegerle, mientras el niño entrega el jilguero a Jesús.

En realidad, la escena está cargada del triste presagio de la Pasión de Jesús, simbolizada por el vestido rojo de María y el pájaro que Jesús acaricia, como si aceptara su destino. La Virgen, sin embargo, se apoya en una gran fe, representada por el Evangelio que sostiene en la mano.

Curiosidad: este cuadro ha tenido una historia turbulenta. Realizado para el rico comerciante Lorenzo Nasi con motivo de su boda, sufrió grandes daños en 1547 cuando, debido a un corrimiento de tierras, el palacio Nasi se derrumbó. La obra se rompió en diecisiete partes, pero fue cuidadosamente restaurada por Ridolfo del Ghirlandaio, que había sido alumno del propio Rafael, quien había muerto hacía casi treinta años.