SANTA MARÍA DELLE GRAZIE - EL CENÁCULO, El Cenáculo - La Técnica
Ten cuidado de no caer en un error muy frecuente: aunque esté pintada en una pared, la Última Cena de Leonardo da Vinci NO es un fresco, y esto explica por qué es tan difícil de conservar y restaurar, y por qué es necesario vigilar continuamente las condiciones climáticas del ambiente, evitando el polvo y controlando la humedad de la pared.
La tradicional técnica de la pintura con frescos tiene la ventaja de conservar durante largo tiempo las pinturas murales, pero obliga al artista a extender con rapidez el color sobre una fina capa de yeso todavía húmedo (al fresco, de hecho), antes de que se seque. Leonardo, que fue el espíritu más libre e independiente del Renacimiento, no podía tolerar límites ni restricciones, y no era persona como para adaptarse a los tiempos de secado de la cal. Podía pasar jornadas enteras sin siquiera poner un pie en el lugar de trabajo, y de repente, pintar durante horas y horas sin detenerse en ningún momento, con una energía y una concentración extraordinarias.
Por ello, Leonardo decidió pintar la Última Cena utilizando una innovadora técnica de fijación del color sobre la pared. Quería poder trabajar en el andamio delle Grazie como si estuviera sentado cómodamente frente a un caballete, con colores al temple, modificándolo continuamente.
Por desgracia, sólo unos cuantos años después de la ejecución, la técnica demostró ser un desastre: los colores comenzaron a desprenderse del yeso y los daños parecían irreparables. La capa de preparación dispuesta por Leonardo no retuvo correctamente los colores, y se ha fragmentado y agrietado en su totalidad.
Es muy probable que el primer "restaurador" del Cenáculo fuera el propio Leonardo, cuando regresó a Milán diez años más tarde. Muchos testimonios y comentarios de la época equiparaban la obra con un sol que se pone poco a poco, que había que darse prisa para verlo antes de que desapareciera por completo.
CURIOSIDAD: además de los daños sufridos por el Cenáculo, hay uno del que han tenido la culpa los propios frailes. La obra de Leonardo se encontraba en su refectorio, y los frailes, para pasar más rápido del refectorio a la cocina, abrieron una puerta en la pintura, ¡eliminando las piernas del Cristo!