PALACIO REAL DE CASERTA, Introducción A Los Apartamentos De La Reina
Mientras visitas las estancias que en su día habitó la reina María Carolina de Austria, esposa del rey Fernando IV, déjame contarte algo sobre la soberana.
En primer lugar, hay que saber que cuando, a la tierna edad de 16 años, fue obligada a casarse con el rey de Nápoles, no estaba nada entusiasmada y nunca tuvo una buena relación con su consorte. Mientras que la soberana era culta, inteligente, refinada y amaba el poder, que ejerció activamente desde 1776, Fernando hablaba sobre todo en dialecto, le encantaba cazar, pescar y divertirse, no estaba muy interesado en reinar y era bastante tosco. Incluso se dice de él que le encantaba comer con las manos.
Al visitar los apartamentos de la Reina podrás apreciar la refinada belleza de la que le gustaba rodearse, expresada principalmente en el estilo rocaille, con habitaciones adornadas con espejos, estucos dorados, magníficos muebles del siglo XVIII y frescos, principalmente relacionados con la mitología griega, todo ello creado por los mejores artistas y artesanos de la época.
Las salas más interesantes son la Sala de Trabajo, la Sala de Baños y la Sala de Descanso contigua, una especie de vestidor.
La Sala de Trabajo tiene las paredes revestidas de seda amarilla, frescos que representan parejas de dioses griegos y una espléndida lámpara de araña de bronce dorado, decorada con un entrelazado de tomates cherry, símbolo de la fertilidad de la tierra de Campania. En esta sala se puede ver un maravilloso reloj con forma de jaula para pájaros. Originalmente contenía un precioso pájaro de piedras semipreciosas que María Antonieta, hermana de María Carolina, le regaló. Encontrarás otro idéntico en el vestidor contiguo al cuarto de baño, donde, entre otras cosas, observarás una curiosa decoración con putti con los ojos vendados, como para no violar la intimidad de la soberana.
Son precisamente los cuartos de baño los que constituyen las estancias más curiosas, con una preciosa bañera de mármol, revestida en su interior con una fina capa de cobre dorado, y lavabos con agua caliente y fría, ¡algo realmente raro la época! Pero aún más raro era el bidé, que aún se puede admirar, oculto por la puerta de un pequeño compartimento.
En resumen, podemos decir que a la reina no le faltaba ninguna comodidad.
Curiosidad: del tormentoso matrimonio entre María Carolina y Fernando IV nacieron hasta 17 hijos, pero, probablemente, no todos fueron legítimos. La reina, de hecho, tuvo varios amantes, el último incluso a una edad avanzada: se trataba del joven capitán de la guardia del rey, de apenas 30 años.