LUPANAR-REGIÓN VII, Lupanar-Región Vii

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español Idioma: español


El lupanar, en la época del Imperio Romano, era un lugar dedicado exclusivamente a la prostitución.

Es necesario hacer esta aclaración porque, en realidad, esta actividad, que era legal y se consideraba útil para la sociedad, no solo tenía lugar en los lupanares.

En la mayoría de los negocios donde trabajaban mujeres, a menudo esclavas, era habitual que se prostituyeran, sobre todo en lugares donde se servía comida o bebida, como las popinae, lo que hoy llamaríamos bares.

Incluso dentro de las domus ricas era común que el señor de la casa explotara a las esclavas más atractivas con fines lucrativos.

En resumen, la prostitución no era tabú en aquella época y había profesionales de distintos niveles, para todos los gustos y bolsillos. Las más deseadas, inalcanzables para quienes no poseían un gran patrimonio, eran auténticas cazafortunas, mujeres bellas y cultas, a menudo expertas en el canto, el baile y capaces de tocar un instrumento, que lograban acumular grandes fortunas explotando a los ricos patricios que caían rendidos ante ellas.

Pero, ¿qué aspecto tenía un lupanar?

Entrando en el de Pompeya, se ve que constaba de una sala central, alrededor de la cual se abrían cinco pequeñas habitaciones, llamadas cellae meretriciae, amuebladas con una cama de mampostería sobre la que se extendían esteras o colchones. Solo una cortina separaba las celdas del pasillo, proporcionando un mínimo de intimidad.

Si quieres saber cómo se dieron cuenta los arqueólogos de que lo que estás visitando era efectivamente un lupanar, no tienes más que fijarte en las paredes de la entrada a las celdas: están decoradas con frescos explícitamente eróticos. Otra pista clara son las numerosas pintadas dejadas en las paredes de las habitaciones por los clientes, con comentarios sobre los servicios recibidos.

El edificio también tenía un piso superior, construido como el de la planta baja, pero en el que no se encontraron frescos de carácter sexual. Por lo tanto, la hipótesis más concreta es que el propietario vivía allí con sus esclavas.

 

 

Curiosidad: en la época romana, existía una categoría particular de prostitutas, llamadas bustuarie, que atraían a los hombres... ¡en los cementerios! Y consumaban sus servicios entre las tumbas. El motivo está relacionado con el hecho de que estos lugares siempre estaban situados a la entrada de las ciudades, cerca de carreteras por las que pasaban muchos clientes potenciales.

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