COLISEO, Interior
Entra por las arcadas de la planta baja y dirígete a la cávea, el conjunto de gradas, tal y como hacían los antiguos romanos. Los asientos estaban divididos según la clase social: la primera fila estaba reservada a los senadores, en la parte central tomaban asiento las clases medias y la parte superior era para la plebe. En la época de Domiciano, a finales del siglo I después de Cristo, se añadió un cuarto nivel que estaba reservado a los pobres, a los esclavos y a las mujeres. Pero también había grupos de población a los que les estaba prohibido el acceso, entre ellos estaban los actores, los antiguos gladiadores e incluso los sepultureros. Y no te creas que los espectadores se sentaban sin orden: los asientos ya estaban numerados en la antigüedad, ¡exactamente como sucede hoy en día en los estadios de fútbol!
El Coliseo podía alojar hasta 73.000 espectadores, pero piensa que el sistema de pasajes y escaleras eran tan eficiente que en pocos minutos se podía desalojar por completo. Hasta el siglo XX no se construyó ningún lugar para espectáculos y eventos deportivos de igual capacidad.
En la cornisa todavía puedes ver los agujeros en los que se introducían los postes que sostenían el llamado "velario", una gran tela de lino y seda de colores que servía para proteger al público del sol y la intemperie, y que era accionado mediante un sofisticado mecanismo gobernado por cientos de expertos marineros.
La arena mide 86 metros por 54, está separada de las gradas por una balaustrada y estaba cubierta por una tablazón sobre la que se esparcía tierra. Debajo había varias estancias, que se utilizaban como celdas, almacenes y vestuarios.
CURIOSIDAD: precisamente en el Coliseo se inventaron los primeros ascensores de la historia. Un sistema de cabestrantes llevaba las bestias salvajes desde los subterráneos a la arena, hasta diez a la vez. Con este sistema también se podía cambiar rápidamente la arena sucia por otra limpia. Ten en cuenta que los juegos duraban ¡un día entero!