GALERÍA BORGHESE, Bernini
El gran protagonista de las salas de la planta baja es Gian Lorenzo Bernini, el mayor escultor y arquitecto de la Roma barroca. Sus dotes como escultor salieron a la luz cuando era poco más que un adolescente: después de demostrar que sabía imitar de manera sorprendente la escultura antigua y de que era capaz de salir airoso con brillantez en el retrato, entre 1621 y 1624 realizó un ambicioso ciclo de esculturas para el exigente príncipe Scipione Borghese, ávido coleccionista de Caravaggio. Destinados a un público de entendidos cultos y exigentes, estos cuatro grandes grupos de mármol tuvieron un éxito excepcional y se impusieron de inmediato como modelo insuperable de la escultura barroca. Hoy los puedes admirar en el centro de sus respectivas salas, rodeados de estatuas y pinturas de diferentes épocas.
Acuérdate siempre de dar una vuelta alrededor de cada grupo, para verlo desde diferentes ángulos.
La primera obra representa una escena narrada en la Eneida de Virgilio: Eneas huye de Troya llevando sobre los hombros a su padre Anquises, seguido por su hijo pequeño Ascanio. El complicado grupo de figuras fue realizado por el joven talento en colaboración con su padre, Pietro Bernini: las otras tres obras, sin embargo, son obra en solitario de Gian Lorenzo.
En el segundo grupo, titulado El rapto de Proserpina, el dios del inframundo Plutón, acompañado por el perro de tres cabezas, trata de retener a la hermosa muchacha que se debate entre en sus brazos. Observa el efecto de los dedos del dios al hundirse en los suaves muslos y en el costado de la chica.
Pasa ahora a la tercera obra, titulada el David, en este caso lanzando la piedra. Concebido como un autorretrato, representa a un joven musculoso y lleno de energía, con el rostro totalmente concentrado en el esfuerzo para estirar la honda.
El último grupo escultórico que te presento es el de Apolo y Dafne. En esta obra, de un virtuosismo asombroso, Bernini "traduce" literalmente los versos del poeta latino Ovidio y narra la historia de la ninfa Dafne, perseguida por el dios Apolo que la ama con un amor no correspondido: en el momento en el que es alcanzada, Dafne se transforma en un laurel. Superando incluso los modelos de la escultura clásica, el escultor recrea todas las superficies: el pelo que se transforma en ramas, la suave carne envuelta por la rugosa corteza del árbol y los dedos que se convierten en finas hojas de laurel.
CURIOSIDAD: después de realizar el busto de Scipione Borghese que has visto expuesto aquí en la Galería, Bernini se dio cuenta de que el mármol tenía un defecto, una veta oscura justo en la frente del personaje. ¿Sabes lo que hizo? ¡Lo esculpió de nuevo!