GALERÍA BORGHESE, Bernini-Apolo Y Dafne_Sala 3

Entre las magníficas esculturas de Bernini expuestas en este museo, Apolo y Dafne está considerada su obra maestra por excelencia.

Si no conoces el mito al que hace referencia la obra, te lo resumo brevemente.

Apolo cometió el error de burlarse de Cupido que, algo molesto, decidió vengarse gastándole una cruel broma. Disparó a Apolo una flecha de oro para que se enamorara de la primera mujer desafortunada que se cruzara en su camino, concretamente la pobre Dafne, y luego atravesó a esta última con una flecha de plomo para impedirle corresponder ese amor.

Digamos que, quizá, el más cruel de esta historia fue Cupido, que para vengarse no calculó los efectos colaterales y, al final, la verdadera víctima fue Dafne. La muchacha, de hecho, aterrorizada por Apolo, cuyo amor no podía aceptar, pidió a su padre Peneo, dios del río, que cambiara su forma y fue convertida en una planta de laurel.

Lo que es evidente es que Bernini supo plasmar con maestría los elementos básicos de la narración.

Observa la claridad con la que se representan los sentimientos de los dos protagonistas: la mirada desconcertada de Apolo, que ve desvanecerse cualquier posibilidad de poder amar a Dafne, y la expresión de ella asombrada, pero también asustada, que ve impedida su huida precisamente por su transformación.

Además de su habilidad para transmitir al observador el momento de la metamorfosis de Dafne, como mencionaba antes, observa cómo Bernini también supo plasmar la idea del movimiento de Apolo, bruscamente interrumpido en el momento en que logra agarrar a Dafne. Todavía tiene un pie levantado, la capa suspendida en el aire y el pelo ondulado hacia atrás.

Curiosidad: cuando los grupos escultóricos de Bernini se expusieron por primera vez en Villa Borghese, para justificar la presencia de escenas paganas en la residencia de un alto prelado, se recurrió a la estratagema de incluir una inscripción que diera un significado que pudiera ser compartido por la ética cristiana. Así, por ejemplo, para Apolo y Dafne se escribió que «quien ama y persigue los goces de la belleza fugaz, llena su mano de follaje y recoge bayas amargas», lo que quería significar que la belleza acaba por desvanecerse y nada permanece.