MUSEOS VATICANOS, Arqueología
Si eres un apasionado de la escultura clásica, te recomiendo encarecidamente que visites el Museo Pío-Clementino. Aquí encontrarás algunas famosísimas estatuas clásicas, que además del valor artístico intrínseco, tienen también el gran mérito de haber sido el modelo de muchas obras maestras del arte renacentista y barroco.
En el museo encontrarás casi únicamente copias romanas de originales griegos, descubiertas en Roma, primero de manera casual, luego gracias a investigaciones arqueológicas sistemáticas. Verás el famoso Torso del Belvedere, amplio fragmento de la estatua de un dios de físico poderoso, que fue tomado como referencia por Miguel Ángel y Rubens, así como el muy admirado Apolo del Belvedere, ejemplo fundamental del arte académico.
Pero la pieza más famosa del museo es el grupo del Laocoonte, realizado hace aproximadamente 2.000 años por un grupo de escultores de Rodas, una de las obras más impactantes de la historia del arte antiguo. La escultura representa una escena relatada en el poema en latín de la Eneida, obra maestra de Virgilio. Durante el asedio de Troya, Laocoonte era un sacerdote troyano que intenta en vano advertir a sus conciudadanos del engaño del caballo de madera, siendo luego estrangulado junto a sus hijos por dos serpientes de mar. Ten en cuenta que como ocurre a menudo en el arte clásico, esta obra maestra de la última etapa del arte griego se concibió para ser observada sólo de frente, y no desde todos los lados.
El descubrimiento de este grupo de mármol, que se produjo a principios del siglo XVI en la antigua zona del palacio de Nerón, fue muy importante para el estudio y la recuperación del arte clásico durante el Renacimiento. La obra ha sido estudiada, copiada e interpretada en todos los tamaños y técnicas posibles e imaginables. Las piezas que le faltan al original, como el brazo derecho de Laocoonte, han enfrentado a los artistas al dilema de respetar la naturaleza fragmentada del grupo o bien reconstruirlas desde la imaginación.
Hasta el Laocoonte, la palabra "clásico" era sinónimo de serenidad y compostura. Pero la expresión patética del sacerdote troyano muestra que el arte clásico es capaz también de crear drama, dolor y musculaturas definidas y poderosas
CURIOSIDAD: el descubrimiento del Laocoonte se produjo en la viña de un caballero que no se podía creer la suerte que había tenido, y que por seguridad mantenía la escultura en su dormitorio. La noticia del descubrimiento recorrió todas las cortes de Italia y llegaron muchas propuestas de compra, pero fue el papa Julio II el que se lo adjudicó. A continuación, para encontrar un marco apropiado a la obra, se creó el Museo Pio-Clementino que lleva el nombre de los papas Pío VI y Clemente XIV.