SAN PEDRO, Fachada

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Entre el obelisco y las fuentes verás una piedra en el pavimento de la plaza que indica el punto desde el que si miras la columnata parece que haya una sola fila de columnas en vez de cuatro.

La plaza te da la bienvenida como un gran abrazo de piedra: su valor se expresa en su totalidad especialmente cuando está atestada, para las misas celebradas por el papa o durante otros momentos litúrgicos, pero siempre es un escenario emocionante. La máxima tensión se alcanza durante el "cónclave", la solemne elección de los pontífices. Los cardenales se "encierran bajo llave" en la Capilla Sixtina (por eso se habla de "cónclave") y votan dos veces al día. Inmediatamente después de lectura y el recuento, se queman las papeletas de la elección en una estufa, cuyo humo sale por una chimenea del tejado de la capilla. Si la elección no ha dado lugar a la mayoría requerida, se añade paja húmeda para que el humo se vuelva negro; en el caso contrario, el humo es blanco. La multitud espera impaciente en la plaza con los ojos clavados en la chimenea. Después de la elección, el nuevo papa se presenta en el balcón de las bendiciones, situado en el centro de la fachada de la basílica, precedido por el tradicional anuncio: "Nuntio vobis gaudium magnum: ¡habemus papam!", "Os anuncio una gran alegría, ¡tenemos papa!".

La inmensa plaza cuadrangular en la que te encuentras, delante de la basílica, fue diseñada por Bernini para hacer la entrada aún más espectacular. Las grandes estatuas decimonónicas que ves a los lados representan a San Pedro y San Pablo: los puedes reconocer fácilmente porque Pedro tiene unas llaves y Pablo una espada....

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