VIA DEL CORSO, Doria Pamphilj Caravaggio Y Velázquez
Ahora te hablaré de los dos cuadros más importantes de la por otra parte extraordinaria colección de la Galería Doria-Pamphili.
El primero, titulado Descanso en la huida a Egipto, pintado hacia 1595, es una obra maestra de la etapa juvenil de Caravaggio y tal vez su obra más poética. Te presenta a la Sagrada Familia huyendo de la persecución de Herodes, pero en ese contexto dramático el pintor lombardo se inventa una pausa de aire casi mágico, inmersa en la luz del ocaso: parece que el tiempo se haya detenido, y que la propia naturaleza contenga la respiración para escuchar las notas del ángel violinista. Casi parece que puedas oír esta canción de cuna celestial para el precioso y tierno Niño Jesús, abrazado fuertemente por la Virgen, cansada pero cariñosa.
El virtuoso solista de la orquesta del cielo es un joven esbelto, envuelto por un velo blanco que parece deslizarse por los lados; mira la violencia del contraste entre el ángel y el rústico San José, que sostiene la partitura, así como con el asno que observa entre las ramas. Es una escena que nunca te cansarás de admirar, descubriendo siempre nuevos detalles, cada uno pintado con infinito cuidado, sin perder no obstante el contacto con el grupo de las figuras centrales.
El segundo cuadro que no puedes perderte es el Retrato de Inocencio X, del maestro español Diego Velázquez. Con la elección de este papa, en 1644, el poder de la familia Pamphili había alcanzado su culmen. Gran mecenas de artistas barrocos, Giovanni Battista Pamphili aprovechó la segunda estancia en Roma de Velázquez, ya entonces famoso pintor de la corte del rey Felipe IV, para dejarse inmortalizar.
Pocas veces en la historia de la pintura podrás encontrar un retrato en el que el color tenga un papel tan importante: denso, rico y suave en los blancos y rojos, que recuerda a las pinceladas y la energía de Tiziano. ¡Y qué fuerza tiene la mirada del papa! Te transmite todo su carácter, en el cual se mezclan desconfianza y autoridad. El gran pintor inglés del siglo XX Francis Bacon quedó profundamente impresionado, casi obsesionado, con esta pintura, tanto que le dedicó diversas "variaciones", inquietantes y monstruosas.
CURIOSIDAD: Inocencio X tenía una cuñada, Olimpia, a la que el pueblo había apodado "Pimpaccia". Esta mujer había contribuido a que lo eligieran y se rumoreaba que era su amante. Era famosa por su avaricia: durante las fiestas era costumbre tirar por las ventanas los restos de las velas, para que los cogieran los pobres. Pero ella hacía que sus sirvientes se vistieran como mendigos y les ordenada que salieran a recuperar las velas usadas.