GALERÍA SABAUDA, El Siglo Xvi
Tras el corredor que atraviesa la primera sección del museo, tu viaje a través de las 500 pinturas de la Galería Sabauda continúa por las salas dedicadas al Renacimiento pleno.
La comparación entre las diversas escuelas artísticas italianas se hace particularmente interesante por la presencia de numerosas e importantes pinturas de las escuelas piamontesa y lombarda. En estas salas entra en escena el pintor local más importante de principios del siglo XVI, el poderoso y expresivo Gaudenzio Ferrari. Entre sus muchas pinturas presentes en la Galería Sabauda, te recomiendo la concurrida y dinámica Crucifixión, concebida como un drama popular y realista. Muy poéticas y conmovedoras son también las obras de Giovan Gerolamo Savoldo, un pintor lombardo del mismo periodo, del que te aconsejo sobre todo la Adoración de los pastores.
Pero naturalmente, las dos escuelas más importantes son la florentina y la veneciana. Te sugiero un pequeño truco para distinguirlas: las pinturas toscanas se centran sobre todo en la calidad del dibujo, mientras que en las vénetas se exalta la función del color. Puedes admirar varios cuadros toscanos del Alto Renacimiento, como el magnífico Retrato de dama de Agnolo Bronzino, en el que puedes ver cómo el contorno del dibujo define la figura, gracias también a la luz firme y fría que pone el foco claramente en los detalles. Los pintores venecianos del siglo XVI, por el contrario, preferían luces transversales, para ilustrar más claramente sus espectaculares juegos de colores.
Una de las salas más admiradas del museo es en la que se exponen los grandes lienzos de Paolo Veronese, que representan escenas festivas y felices a menudo repletas de personajes. Por ejemplo la Cena en casa de Simón, una obra maestra de la segunda mitad del siglo XVI. Aunque el tema está sacado del Evangelio, el cuadro te hace pensar más bien en una grandiosa y elegante recepción en una villa véneta. De hecho, detrás de la mesa hay una espectacular construcción que recuerda a los edificios de Palladio, y los invitados llevan ropajes suntuosos, en un derroche de color y alegría.
CURIOSIDAD: la Cena en casa de Simón fue encargada a El Veronés por los frailes benedictinos de Verona, que la tuvieron durante casi un siglo, luego fue vendida a la familia Spinola de Génova, que la revendió a la familia Durazzo, la cual se la regaló a los Saboya de Turín. En resumen, ¡una Cena terriblemente agitada!