RECINTO MODERNISTA DE SANT PAU, Pabellones Principales - Ai Voice
Idioma: español
Desde la terraza del Pabellón de la Administración —o incluso desde la escalinata de entrada— se percibe de inmediato la armonía del conjunto: elegantes pabellones, jardines ordenados y avenidas arboladas dispuestas con precisión geométrica.
El complejo original estaba formado por doce pabellones principales destinados a los pacientes, además de otros edificios de servicio.
Cada pabellón era autónomo, con accesos propios, instalaciones independientes y grandes ventanales para favorecer la ventilación natural.
Esta organización respondía a una lógica médica muy concreta: separar a los enfermos según su patología para evitar contagios.
Los pabellones estaban dispuestos simétricamente a lo largo del gran eje central del recinto.
Bajo tierra se extendía una red de galerías subterráneas de más de un kilómetro, que conectaba todos los pabellones.
Gracias a estos pasillos, el personal médico podía desplazarse de forma rápida y protegida incluso en días de lluvia, transportando pacientes, medicamentos y material sin interrumpir su labor.
Cada pabellón estaba decorado con mosaicos de colores, vidrieras y cerámicas esmaltadas, siempre con un significado concreto.
Los motivos florales y geométricos simbolizaban la renovación y la curación, mientras que las figuras de santos representaban virtudes como la esperanza y la compasión.
Domènech estaba convencido de que el arte podía contribuir al bienestar psicológico de los pacientes: en una época en la que la medicina aún contaba con pocos tratamientos efectivos, la belleza se convertía en una forma de terapia. Incluso los jardines, diseñados alrededor de cada edificio, fueron concebidos como espacios terapéuticos.
A lo largo del siglo XX, los pabellones fueron adaptándose progresivamente a las nuevas necesidades sanitarias, sin perder su esencia original.
Hoy, muchos de ellos pueden visitarse y albergan exposiciones permanentes dedicadas a la historia de la medicina, la ciencia y la arquitectura modernista.
Otros han sido transformados en sedes de instituciones internacionales, como Casa Asia o la Organización Mundial de la Salud, manteniendo viva la vocación humanitaria y universal del lugar.
Curiosidad: una de las salas más impresionantes es la del Pabellón de Sant Rafael, hoy restaurado y abierto al público. Sus grandes ventanales orientados al sureste fueron diseñados para aprovechar al máximo la luz natural durante las intervenciones quirúrgicas, una innovación sorprendente para la época. A principios del siglo XX, cuando la iluminación artificial era todavía limitada, Domènech i Montaner ya había entendido que la luz podía convertirse en una auténtica aliada de la medicina.