MUSEUM OF MODERN ART, Noche Estrellada Van Gogh
La visita de las colecciones permanentes del MoMA empieza siempre desde un punto preciso: la Noche estrellada de Van Gogh. Un cuadro cargado de fascinación y emoción, auténtico protagonista de los artículos que se venden en la tienda del museo.
En 1889, Vincent Van Gogh ingresó en el sanatorio para enfermos mentales de Saint-Rémy, en la Provenza. Los médicos no acertaban a dar un diagnóstico preciso para sus trastornos, pero le permitían pintar, a veces incluso fuera del centro, aunque siempre bajo la supervisión de un asistente.
En una luminosa tarde de finales de primavera, Van Gogh realizó una de sus obras maestras más excepcionales. Mientras la ciudad duerme en el valle, protegida por los perfiles verticales de un ciprés y del campanario, en el cielo se enciende el espectáculo de la luna y las estrellas.
«Contemplar las estrellas siempre me ha hecho soñar», escribió Van Gogh en una carta. Y en el paisaje nocturno de un tranquilo rincón del sur de Francia, se enciende un espectáculo cósmico. Las enormes estrellas, resplandecientes, parecen rodar por el firmamento. Parece que asistamos a una especie de batalla fantasmagórica entre el cielo y la tierra, donde toda la acción, la pasión y la intensidad, vienen del esplendor de la luna y del resto de cuerpos celestes. Al contrario, las colinas del fondo están casi «condenadas» a no moverse por un pesado trazo oscuro, y las pequeñas casas del pueblo parecen acurrucarse bajo la potencia de los astros.
Van Gogh pintó otros cuadros ambientados por la noche o entrada la tarde, con fascinantes efectos de luces y sombras, pero el artista era consciente de la importancia de este lienzo, tanto que le dijo a su hermano Theo que la expusiera en alguna muestra de arte en París.
Tras varios cambios de propiedad entre Francia y Holanda, el museo de Nueva York acabó comprando esta obra maestra en 1941.
Curiosidad: el cuadro de Van Gogh no solo ha sido estudiado por históricos del arte, sino también por expertos astrónomos, que han calculado las fases lunares, el alineamiento de las estrellas y la posición del planeta Venus para determinar la fecha exacta de la ejecución. Es probable que se trate de la noche del 23 de mayo o del 19 de junio de 1889. Presuponiendo, claro está, que Van Gogh haya sido absolutamente fiel en la representación del cielo...