VILLA IMPERIAL-REGIÓN VIII, Interior - Ai Voice
Idioma: español
La Villa Imperialial es especialmente valiosa porque conserva ejemplos significativos del tercer y cuarto estilo pompeyano. Aquí puedes observar cómo la pintura romana evolucionó desde el modelo sobrio y estructurado del tercer estilo —caracterizado por paneles ordenados y motivos lineales— hacia el lenguaje mucho más espectacular y complejo del cuarto estilo, en el que el pintor ya no se limita a decorar las paredes, sino que busca impresionar y narrar historias mitológicas. Teniendo en mente esta evolución, podemos explorar los espacios principales de la villa.
Entre las estancias más importantes destaca el oecus, la gran sala de representación. Es un ambiente alto e imponente, fácilmente reconocible por las paredes densamente decoradas. Aquí el dueño de la casa recibía a los invitados más ilustres. En la parte inferior se aprecian motivos arquitectónicos sobrios; en la parte superior, en cambio, figuras mitológicas de fuerte carácter narrativo. Los frescos representaban originalmente escenas como Dédalo e Ícaro, Teseo y el Minotauro o el abandono de Ariadna en Naxos. Hoy algunas de estas escenas aún son parcialmente visibles.
El triclinium, o sala de banquetes, se reconoce por los paneles rojos y las decoraciones dionisíacas, como un sátiro y una ménade danzando en un santuario de Pan: alusiones al vino y a la celebración, perfectas para acompañar los banquetes.
Más íntima es la diaeta, una habitación concebida para el descanso. Sus paredes claras, adornadas con finos candelabros y pequeñas columnas pintadas, crean una atmósfera luminosa y refinada: era el lugar ideal para leer, conversar o recibir a un amigo.
Debió de ser magnífico también el peristilo con el jardín interior. Hoy solo quedan las bases de las columnas que rodeaban este espacio, pero es fácil imaginar el efecto original: un pórtico elegante que ofrecía sombra y frescor, con vegetación en el centro y, al fondo, antiguamente, la vista del mar.
A pesar de la pérdida de parte de los pavimentos originales, los frescos bastan para transmitir la sofisticación de la villa y su gusto por la ilusión de la perspectiva.
Curiosidad: en la mitología griega, las ménades eran las seguidoras de Dioniso, dios del vino y de la fiesta. Representadas a menudo bailando y en éxtasis, simbolizaban la fuerza de la naturaleza y la energía indomable de la vida. No es casual que aparezcan junto a los sátiros en los banquetes pompeyanos: eran símbolo de alegría y vitalidad, perfectas para decorar una sala dedicada al convivio.